La
deserción de la política
Las reflexiones que a continuación
se dan fueron publicadas por Instituto de Democracia y Derechos Humanos (Idehpucp) el 29/03/2022 y lo republicamos en
su totalidad por su profundo contenido reflexivo con la esperanza de ser leído y
difundido en momento que el Perú de desplaza en un escenario de crisis política dentro de una crisis económica
social la misma agudizada por factores externos.
La segunda moción de vacancia presentada en el Congreso contra el
presidente Castillo ha sido desechada. Cincuenta y cinco congresistas votaron a
favor de la moción, un número casi idéntico al de congresistas que se
pronunciaron en contra.
Se ha escrito abundantemente sobre la figura de la vacancia tal como
está consignada en la Constitución y sobre los problemas que se derivan de la
indeterminación de esa figura. Se ha señalado, también, que desde hace unos
años los grupos presentes en el Congreso tienden a invocar esa figura de una
manera arbitraria, simplemente como una herramienta más de la refriega
política.
En la manera como se ha
tramitado este último caso, y al margen de toda opinión sobre la vacancia en sí
misma, se hace manifiesto que las autoridades electas renuncian a desempeñar
sus cargos con seriedad. Y eso es una mala noticia para la democracia peruana
y, más concretamente, para millones de peruanas y peruanos que necesitan
respuesta del sistema político a las carencias y problemas que enfrentan
diariamente.
“La pugna entre el gobierno y el congreso, que bloquea continuamente la
gobernabilidad, no parece versar sobre ningún asunto de interés público.”
Se trata, en efecto, de una situación en la cual ni el gobierno ofrece
respuestas serias a los cuestionamientos que se le puede hacer –desde
nombramientos sin sustento para cargos esenciales hasta graves indicios de
corrupción–, ni el Congreso parece interesado en desempeñar un verdadero
trabajo de fiscalización y control, y menos aún de legislación en materias de
relevancia y urgencia pública. El tratamiento dado a las interpelaciones a
ministros con escasas calificaciones para asumir esa responsabilidad es otra
señal de eso.
En resumen, nos encontramos
ante una perturbadora situación. Mientras el país enfrenta problemas y afronta
retos acuciantes como el retorno a las escuelas, la necesaria reactivación económica,
el remedio a los incrementos de precios de bienes básicos y, por cierto, la
continua amenaza de la pandemia de Covid-19, el gobierno y el ejecutivo parecen
desertar de sus funciones para concentrarse, únicamente, en la promoción de
pequeños intereses de grupo. La pugna entre el gobierno y el congreso, que
bloquea continuamente la gobernabilidad, no parece versar sobre ningún asunto
de interés público. A la luz de este revelador incidente ni siquiera parece una
pugna real, sino únicamente un despliegue de amenazas sin sustento y, sobre
todo, sin mayor conexión con las necesidades y los derechos de la ciudadanía
como el acceso a la salud y a la educación, entre muchos otros.
Así, los grupos políticos a cargo de dos de las principales
instituciones que sustentan la democracia abandonan sus responsabilidades,
ignoran las demandas de quienes los eligieron, y renuncian a su tarea de hacer
política para sostener la gobernabilidad y atender los derechos de la
población.
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