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martes, 10 de mayo de 2022

Universidades en el Perú: negocio redondo y estafa

 

Universidades en el Perú: negocio redondo y estafa

No necesitamos ser un experto en temas educativos para son darnos cuenta  de que a partir de Fujimori las universidades  se han convertido en un negocio más rentable que la coca, razón poderosa por la que los topos políticos de los empresarios se oponen  a una verdadera reforma universitaria..  Comprobarlo no es difícil, solo basta con revisar los éxitos económicos de los Zar de la Educación superior.

Pero aquí lo que llama la atención y causa estupor e indignación es el hecho que nadie reclama. Lo más grave, en estos centros de estudios los padres no tienen derechos solo obligaciones del pago puntual de las pensiones por una educación que en la práctica es una estafa.

Hace años se denunció que el rector de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega -UIGV-, “institución sin fines de lucro”, ganaba más de 2 millones soles al mes; No solo él, dos de sus hijos, su yerno, un sobrino y la madre de dos de sus hijos también tenían un sueldo dorado en dicha universidad. Un caso de ripley amparado por la Constitución del 93 que impedía ser resuelto por ser privado.

Por su contenido profundamente reflexivo acompañamos un video además de una columna para su conocimiento y reflexión:

 

1-   Video que se viene difundiendo a través de las redes: https://www.facebook.com/Realidades-105494077894941/videos/1115868059162505/

2-   Artículo publicado:

MUCHAS UNIVERSIDADES, MUCHO NEGOCIO

·         Hugo Ñopo

·         18/11/2020

Las cifras, los negociados y el tremendo desafío de nuestra educación universitaria.

Según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) más reciente, en el Perú hay 1’649. 824 ciudadanos formados en administración y contabilidad, pero solo 300.344 ejercen su carrera; hay 1’050.390 que estudiaron pedagogía, pero 474.993 se desempeñan en la docencia; hay 378.705 personas que cursaron derecho, pero solo 94.887 trabajan como abogados.

         Tenemos más profesionales que los que el país puede emplear. Por eso hay un número creciente que se desempeña en actividades de baja calificación. Esta es una de las formas más marcadas de subempleo en el país. Aquí un dato clave: las investigaciones han encontrado que los jóvenes que se formaron en universidades de baja calidad (y bajo costo) tienen mayor probabilidad de ser subempleados (aquí y aquí).

         Mientras no tengamos mejoras sustanciales en nuestro mercado de trabajo, no será muy inteligente invertir en más universidades. Lo que necesitamos es enfocar los esfuerzos en conseguir que las actuales formen mejores profesionales. Para esto están sirviendo la moratoria y la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu).

         Sin embargo, la semana pasada, en medio del caos de la vacancia y de la ilegitimidad de los usurpadores, este Congreso intentaba crear nuevas universidades públicas. Llamar a esto un “error” seria benevolente. Era parte de un accionar clientelista. Varios de los actuales congresistas han conseguido votos ofreciendo estas universidades en sus localidades. Saben que para sus opciones futuras de sobrevivencia en la política deben llevar obras y gestos. Obras: puentes, lozas deportivas, universidades. Gestos: Día de la Aceituna

         Pero la arremetida de este Congreso y sus círculos no ha sido solo contra el segmento público del sistema universitario. En el privado se ha intentado atacar a la Sunedu por el conducto regular, con sus ya famosas comisiones investigadoras, y por la libre, con unas matonerías inaceptables

         La confluencia de intereses políticos y económicos en los sistemas universitarios no es nueva. Tampoco se trata de un fenómeno exclusivamente peruano. ArgentinaChileColombia y varios de nuestros vecinos sufren de problemas similares. Pero en el Perú esto tiene unas características particulares: aquí la Constitución da libertad de participación a agentes privados (con fines en lucro) en los mercados de la educación y, por si fuera poco, estos tienen enormes beneficios tributarios.

         Hace cinco años hice una revisión de algunos estados financieros de universidades. Ahí pude comprobar que el negocio universitario es altamente rentable. En el país, solo la minería y los servicios financieros son actividades más redituables. Pero hay más: casi la cuarta parte de las ganancias son resultado de las exoneraciones tributarias.

         Súmele a esto que, además, se trata de un negocio grande, que casi alcanza un punto del PBI. Rentabilidad y volumen, abundante miel. Por eso resulta interesante mirar el historial de votos de algunos vacadores, especialmente de quienes tienen intereses vinculados a la educación privada que viene mostrando problemas de calidad frente a la Sunedu. 

         Los problemas de nuestro sistema universitario dan para un año de columnas como esta. Eso quedó claro en nuestra reunión de coordinación de #JugoDeCaigua el sábado pasado. Cuando solté este tema cada uno de los demás jugueros propuso un ángulo diferente: el carácter aspiracional de la educación universitaria, la deserción, el costo de la educación, la escasa investigación que se hace, el financiamiento de las universidades públicas, y la lista continuaba. Tuvimos que parar porque había que discutir los otros temas de la semana. ¡Y de qué semana! 

         Solo cierro haciendo notar algo del párrafo inicial de esta columna. Las carreras en las que tenemos mayor sobreoferta de profesionales son de bajo costo para las universidades. ¿Cuánto le cuesta a una universidad el dictado de una clase en estas profesiones? Poco: un aula, pizarra, tizas, un profesor (mal pagado) y los gastos generales de operación de la universidad. Aquí es donde entra a tallar un elemento clave del modelo de negocio: la rentabilidad se consigue metiendo la mayor cantidad posible de estudiantes dentro del aula, masificando.

         En contraste, ¿cuánto le costaría a la universidad ofrecer una carrera de avanzada como ciencia de los materiales, mecatrónica o física nuclear? Solo el valor de los laboratorios hace inviables estas profesiones cuando dejamos que el mercado decida libremente y se autorregule. Los mercados son magníficas herramientas para la asignación de algunos recursos, no todos. Claramente, la educación (que, no lo olviden, es un derecho) no.

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