Universidades
en el Perú: negocio redondo y estafa
No
necesitamos ser un experto en temas educativos para son darnos cuenta de que a partir de Fujimori las universidades se han convertido en un negocio más rentable que
la coca, razón poderosa por la que los topos políticos de los empresarios se
oponen a una verdadera reforma universitaria..
Comprobarlo no es difícil, solo basta
con revisar los éxitos económicos de los Zar de la Educación superior.
Pero
aquí lo que llama la atención y causa estupor e indignación es el hecho que nadie
reclama. Lo más grave, en estos centros de estudios los padres no tienen derechos
solo obligaciones del pago puntual de las pensiones por una educación que en la
práctica es una estafa.
Hace años se denunció que el rector de la Universidad
Inca Garcilaso de la Vega -UIGV-, “institución sin fines de lucro”, ganaba más
de 2 millones soles al mes; No solo él, dos de sus hijos, su yerno, un sobrino
y la madre de dos de sus hijos también tenían un sueldo dorado en dicha universidad.
Un caso de ripley amparado por la Constitución del 93 que impedía ser resuelto
por ser privado.
Por su contenido profundamente reflexivo acompañamos un
video además de una columna para su conocimiento y reflexión:
1- Video
que se viene difundiendo a través de las redes: https://www.facebook.com/Realidades-105494077894941/videos/1115868059162505/
2- Artículo
publicado:
MUCHAS
UNIVERSIDADES, MUCHO NEGOCIO
Las cifras, los negociados y el tremendo desafío de nuestra
educación universitaria.
Según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) más reciente, en
el Perú hay 1’649. 824 ciudadanos formados en administración y contabilidad,
pero solo 300.344 ejercen su carrera; hay 1’050.390 que estudiaron pedagogía,
pero 474.993 se desempeñan en la docencia; hay 378.705 personas que cursaron
derecho, pero solo 94.887 trabajan como abogados.
Tenemos
más profesionales que los que el país puede emplear. Por eso hay un número
creciente que se desempeña en actividades de baja calificación. Esta es una de
las formas más marcadas de subempleo en el país. Aquí un dato clave: las
investigaciones han encontrado que los jóvenes que se formaron en universidades
de baja calidad (y bajo costo) tienen mayor probabilidad de ser subempleados (aquí y aquí).
Mientras
no tengamos mejoras sustanciales en nuestro mercado de trabajo,
no será muy inteligente invertir en más universidades. Lo que necesitamos es
enfocar los esfuerzos en conseguir que las actuales formen mejores
profesionales. Para esto están sirviendo la
moratoria y la Superintendencia Nacional de Educación
Superior Universitaria (Sunedu).
Sin
embargo, la semana pasada, en medio del caos de la vacancia y de la
ilegitimidad de los usurpadores, este Congreso intentaba crear
nuevas universidades públicas. Llamar a esto un “error” seria benevolente. Era
parte de un accionar clientelista. Varios de los actuales congresistas han
conseguido votos ofreciendo estas universidades en sus localidades. Saben que
para sus opciones futuras de sobrevivencia en la política deben llevar obras y
gestos. Obras: puentes, lozas deportivas, universidades. Gestos: Día
de la Aceituna.
Pero
la arremetida de este Congreso y sus círculos no ha sido solo contra el
segmento público del sistema universitario. En el privado se ha intentado
atacar a la Sunedu por el conducto regular, con sus ya famosas comisiones investigadoras,
y por la libre, con unas matonerías inaceptables.
La
confluencia de intereses políticos y económicos en los sistemas universitarios
no es nueva. Tampoco se trata de un fenómeno exclusivamente peruano. Argentina, Chile, Colombia y
varios de nuestros vecinos sufren de problemas similares. Pero en el Perú esto
tiene unas características particulares: aquí la Constitución da libertad de
participación a agentes privados (con fines en lucro) en los mercados de la educación
y, por si fuera poco, estos tienen enormes beneficios tributarios.
Hace
cinco años hice una revisión de algunos estados financieros de universidades.
Ahí pude comprobar que el negocio universitario es altamente rentable. En el
país, solo la minería y los servicios financieros son actividades más
redituables. Pero hay más: casi la cuarta parte de las ganancias son resultado
de las exoneraciones tributarias.
Súmele
a esto que, además, se trata de un negocio grande, que casi alcanza un punto
del PBI. Rentabilidad y volumen, abundante miel. Por eso resulta interesante
mirar el historial de votos de algunos vacadores, especialmente de quienes
tienen intereses vinculados a la educación privada que viene mostrando
problemas de calidad frente a la Sunedu.
Los
problemas de nuestro sistema universitario dan para un año de columnas como
esta. Eso quedó claro en nuestra reunión de coordinación de #JugoDeCaigua el
sábado pasado. Cuando solté este tema cada uno de los demás jugueros propuso un
ángulo diferente: el carácter aspiracional de la educación universitaria, la
deserción, el costo de la educación, la escasa investigación que se hace, el
financiamiento de las universidades públicas, y la lista continuaba. Tuvimos
que parar porque había que discutir los otros temas de la semana. ¡Y de qué
semana!
Solo
cierro haciendo notar algo del párrafo inicial de esta columna. Las carreras en
las que tenemos mayor sobreoferta de profesionales son de bajo costo para las
universidades. ¿Cuánto le cuesta a una universidad el dictado de una clase en
estas profesiones? Poco: un aula, pizarra, tizas, un profesor (mal pagado) y
los gastos generales de operación de la universidad. Aquí es donde entra a
tallar un elemento clave del modelo de negocio: la rentabilidad se consigue
metiendo la mayor cantidad posible de estudiantes dentro del aula, masificando.
En
contraste, ¿cuánto le costaría a la universidad ofrecer una carrera de avanzada
como ciencia de los materiales, mecatrónica o física nuclear? Solo el valor de
los laboratorios hace inviables estas profesiones cuando dejamos que el mercado
decida libremente y se autorregule. Los mercados son magníficas herramientas
para la asignación de algunos recursos, no todos. Claramente, la educación
(que, no lo olviden, es un derecho) no.