El año que viene, los peruanos acudirán a depositar su voto y como siempre terminaran votando por su enemigo con la estúpida monserga, “roba, pero hace obras” Y eso a muchos le ha ocasionado sorpresa.
Comprobarlo no
es difícil, basta con revisar las páginas policiales, más del 90% de alcaldes y
gobernadores regionales vienen siendo investigados por ser protagonistas de
actos delictivos y un significativo número de autoridades presos.
Escribía Rospigliosi: “El 'éxito’ de la banda capitaneada por Alberto
Fujimori y por Vladimiro Montesinos alentó a muchos a seguir su ejemplo en
todos los niveles” . Se meten en
política con el único propósito de enriquecerse ilegalmente. Llegan con una
mano adelante y otra atrás y terminan en “respetables señores” dueños de
propiedades en los barrios residenciales y con mucho dinero depositado en los
paraísos fiscales de Panamá.
"Irrumpen
o persisten en la política con el deliberado propósito de obtener un empleo, de
conseguir ingresos que no alcanzarían en su actividad cotidiana o,
crecientemente, de robar todo lo que pueden".(Rospigliosi).
Sino
preguntemos a los candidatos ¿por qué invierten millonadas en campañas de
proselitismo político? ¿Por amor al pueblo? Es obvio que no. No es amor al
chancho sino a los chicharrones.
En este
marco y contexto, Lima y sus distritos tienen toda la de perder con candidatos
como los que pretenden convertirse en alcaldes. Todos, salvo alguna excepción,
provienen del inmundo relleno sanitario y en el caso que cualquiera de estos
sinvergüenzas gane, solo servirá para continuar la política de corrupción.
Lo correcto
sería no votar o votar viciado y mandar
al diablo a todos estos profetas que se
presentan como alternativa a la corrupción, al hambre, la pobreza, la
desocupación y otros males sociales.
Por ello, la única alternativa para
el pueblo seria forjar su propio camino, y luchar por un cambio de calidad de
la realidad. No hay otra alternativa.