¿POR QUÉ A PUERTAS DEL BICENTENARIO, CONTINUAMOS SIENDO UN PAÍS RACISTA?
Resulta más que increíble que en el Perú
a puertas del bicentenario, existan sujetos desubicados que consideran
ciudadanos de segunda clase a quienes tienen rasgos andinos pese a que los descendientes
de los pueblos indígenas no son ciudadanos de segunda categoría. Son peruanos
como yo, como tú y como todos, con obligaciones y derechos incluido el derecho a
postular al cargo de presidente de la república que se le niega al Profesor
Pedro Castillo elegido en segunda vuelta el 6 de junio del presente año.
No cabe ninguna duda, que en este
contexto resulta inadmisible que por racismo y otras razones como el pretender crear un vacío legal para que a rio revuelto ganancia
de pescadores, se esté pretendiendo dilatar la proclamación con denuncias como
que la elección del Profesor Pedro Castillo pone en grave riesgo la democracia mas
no la Sra. Keiko, por ser considerada por los grupos de poder que financiaron su
candidatura, como el adalid de la
democracia pese a estar acusada de corrupción y lavado de activos y para quien
la justicia ha solicitado 30 años de cárcel.
No está de más recordar lo que dijo
el Papa Francisco en Puerto Maldonado: ustedes [los pueblos indígenas] nos
tienen que enseñar a nosotros como Iglesia a vivir en armonía con el agua, el
aire y la tierra. Entonces, ¿por que
tanto brinco si el piso esta
parejo?
Claro. Es cierto que en un escenario de crisis sanitaria dentro de una crisis económica
con miles de trabajadores que han perdido su puesto de trabajo, el camino a
recorrer no será fácil, pero debemos tener la esperanza de que el presidente Profesor Pedro Castillo sabrá
promover un Estado que esté al servicio
de las grandes mayorías históricamente excluidas, un Estado que promueva el
crecimiento económico y a la vez el desarrollo económico que mejore las condiciones de vida de las grandes mayorías
económicamente marginadas y por último,
un Estado que no luche contra los pobres sino contra la pobreza. Es nuestro
sueño, nuestra esperanza y nuestra ilusión.
LE PUEDE INTERESAR
LECCIONES EN PERÚ: KEIKO FUJIMORI-PEDRO CASTILLO MÁS ALLÁ DE LA
INCERTIDUMBRE
La elección presidencial en el Perú nos muestra un país dividido,
fragmentado entre dos grandes proyectos de modelo de país en el plano
económico, pero también en lo relativo a la dimensión social, política y
cultural.
Perú no se circunscribe a Lima; también es la selva, es la sierra, es un
país pluricultural donde, como expresa el sociólogo peruano Nelson Manrique, se
“minoriza a las mayorías”. Existe un Perú diverso que vota, del cual emergió el
profesor Pedro Castillo en representación de los sectores populares y rurales.
Por su parte, el fujimorismo hizo gala de sus peores artimañas para
tomar otra vez el poder: una férrea alianza entre la cúpula política
tradicional, la clase alta y las empresas mediáticas basados en un modelo
extractivista donde las regalías llegan solamente a Lima o se van del país.
Keiko Fujimori representa a sus propios intereses y a la élite limeña
que la acompaña, pero ese modelo desde lo simbólico atraviesa el “querer ser”
de la mitad de la población, sumado al miedo al “cuco” marxista implantado por
los medios de comunicación, en un Perú donde, por su historia de fuego con Sendero
Luminoso, se acusa a cualquier marxista de ser terrorista. Castillo, por su
parte, desde lo simbólico refuerza el “es como yo”, rural, mestizo y sin pasado
político conocido en Lima.
En ese marco, el pueblo peruano dirime su futuro entre acciones antidemocráticas
que tildan al proceso de fraudulento y refieren a fantasmas de Golpe de Estado,
en un contexto de hastío por las gravísimas consecuencias de la pandemia, la
corrupción y el descrédito en la clase política que hicieron que, en los
últimos 5 años, hayan pasado por la Casa de Pizarro cuatro presidentes.
Durante la segunda vuelta electoral, el país se enfrentó a dos modelos
de país a, y se evidenció una clara división entre los que quieren que nada
cambie (sobre todo en la capital), pues han sido beneficiados por el modelo
económico neoliberal que impera desde hace treinta años, y los que desean un
cambio en el modelo económico y una democratización de las relaciones de poder
entre la capital y el resto del país. La realidad histórica aún no superada se
pone en evidencia en cada elección presidencial y en la actual se ha agudizado.
El profesor Pedro Castillo ganó las elecciones peruanas con una corta
diferencia en cuanto al número de votos. No obstante, la diferencia (al día de
hoy) es de casi 70,000 votos. Una diferencia amplia si tomamos en cuenta la
millonaria maquinaria propagandística en contra de Castillo y a favor del
proyecto continuista de derecha representado por Fujimori, quien tendrá que, en
el caso de no salir ganadora, prepararse para rendir cuentas anter la justicia
en razón de estar acusada de liderar una organización criminal.
A pesar de una contienda que desde sus inicios fue injusta y desigual
para el candidato de izquierda, con insultos racistas, difamaciones y ataques
inimaginables por su origen rural andino, Castillo ha ganado en 16 de las 24
regiones que conforman el territorio peruano.
El deseo de cambio está acompañado del voto contra el fujimorismo
representado en la figura de Keiko, quien para muchos peruanos y peruanas
representa la continuidad del proyecto autoritario y corrupto de su padre, el
ex presidente Alberto Fujimori, actualmente preso por delitos de lesa
humanidad. El voto antifujimorista también es un voto contra el propio actuar
de la candidata, responsable en gran medida de la crisis política peruana.
Según el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) el Perú enfrenta una de
las peores crisis institucionales, políticas y sociales de su historia
republicana reciente. La crisis política surge a raíz del enfrentamiento entre
el poder ejecutivo y el legislativo liderado por el partido de derecha Fuerza
Popular (fujimorismo), quienes contaban con una mayoría parlamentaria desde las
elecciones de 2016, lo que les permitió obstruir las reformas judiciales y
políticas que venían del ejecutivo.
En este mismo periodo se dan las revelaciones del caso Odebrecht que
involucra en casos de corrupción a políticos tales como Keiko Fujimori (líder
de Fuerza Popular), ex presidentes –entre quienes se incluye Pedro Pablo
Kuczynski) y donde decenas de fiscales, jueces y otros funcionarios peruanos se
vieron involucrados en una organización criminal en el caso denominado Cuellos
Blancos del Puerto, cuyo juicio está en curso.
Ahora que todo indica que el profesor Castillo será el presidente del
Bicentenario de la independencia de Perú, algunos analistas le sugieren que
debería irse más al centro y alejarse de su postura de izquierda. Sin embargo,
la situación de crisis generalizada que vive el país exige un cambio en la
manera de hacer política, de llevar la economía y exige gobernar, ahora sí,
para las mayorías. Hoy, como hace doscientos años, la esperanza de cambio viene
de fuera de Lima. A pesar que el organismo electoral haya procesado el 100% de
las actas, siendo Castillo el ganador con el 50.20% de los votos, el futuro
político se torna incierto y la elección judicializable. ¿Cómo sería un
gobierno del profesor Castillo? No lo sabemos con exactitud. Conocemos su
trayectoria campesina, educativa, sindicalista y de organización comunal en la
sierra norte del Perú.
Tenemos la esperanza de que promueva un gobierno que priorice a las
mayorías históricamente excluidas y así sentar las bases de una democracia con
justicia social. El camino no será fácil, con un país dividido por el miedo
infundido por una minoría clasista y racista que no quiere compartir el poder,
frente a la esperanza de una mayoría que ya no tiene nada que perder. Tras
estas elecciones, se avecina un cambio de rumbo.
Fernanda Daniela Díaz
Integrante
Departamento de América Latina y el Caribe
IRI – UNLP
Franklin Guzmán Zamora
Villanova University