Emerson
López por tercera vez alucina convertirse en alcalde de Carabayllo
Escribía Don Cesar Hildebrandt: “En el Perú la política,
por lo general, se ha convertido en el premio consuelo de la estupidez. Si en
todo te ha ido mal, si tu vida se parece a una maleta vacía y eres un personero
del fracaso, siempre podrás ir a la Onpe, comprar tu kit, llenarlo con firmas
de otros sonámbulos e inscribirte. Con lo que en tu hoja de vida resplandecerá
el renglón de “ex candidato a la .......”, que es una profesión que no se
estudia pero que rinde y suena”.
Pero ¿quién es este personaje que alucina convertirse en alcalde de Carabayllo? ¿Alguien lo conoce? ¿Ha tenido antes alguna figuración aparte de haber sido candidato a la alcaldía por los partidos Cambia Perú, después candidato por Patria Segura?
Como
subraya don Fernando Rospigliosi, "hoy día, la actividad política se ha
convertido, para la mayoría de personas que incursionan en este campo, en un
mero asunto de negocios. Irrumpen o persisten en la política con el
deliberado propósito de obtener un empleo, de conseguir ingresos que no
alcanzarían en su actividad cotidiana o, crecientemente, de robar todo lo que
pueden. Para estos sujetos, agrega el mencionado Rospigliosi, no existen
adhesiones a ideas, programas o propuestas de gobierno, sino el más descarado
oportunismo. Aparecen cada cuatro años y luego desaparecen.
En verdad, estos aspirantes a alcalde me asquean, porque tengo la seguridad que
este distrito dominado por la mediocridad se debe mucho a sus
talentos. Por culpa de oportunistas electoreros tenemos que improvisar a
cualquiera en puestos de gran responsabilidad.
Escuchándolas da ganas de compadecerse del fugitivo ex alcalde Rafael Álvarez.
Al final de cuentas son peores que él, infinitamente más hipócritas,
definitivamente más codiciosos y probablemente con menos escrúpulos.
Cuando los escucho hablar de principios, pienso que el distrito toco a fondo, en
particular cuando estos tardíamente "SALVADORES" compiten en calaña
con los que quieren moralizar aun cuando son caimanes del mismo
pozo. Lo único claro es que al denunciar los actos de corrupción no
lo dicen con toda su letra pese que los actos delictivos son de conocimiento público,
pero callan porque así lo dictan sus mezquinos intereses y su descarado
oportunismo.
Cualquier ciudadano que conozca de actos corruptos los denuncia, no es
necesario para ello ser un calificado defensor de la honradez, un adalid de la
lucha contra la corrupción. Es algo propia de la moral común de quienes vivimos
en civilización. Pero no para estos aventureros que aparecen solo en elecciones
para luego desaparecer conjuntamente con sus promesas.
Todos tenemos una moral, una ética, una disciplina. Los candidatos también
tienen una moral, una ética. Pero en Carabayllo es el alma vivida del chiquero
en que ha quedado convertido la municipalidad de Carabayllo y en donde cada vez
que se le antoja se orinan los corruptos.
Las denuncias tardías, solo han servido para exhibir como los corruptos y cómplices
conservan todo lo pernicioso de nuestra vieja política, expresión clara de la más
repugnante castración del pensamiento. A la sumisión rastrera han sacrificado
los más elementales atributos de la dignidad, de la calidad de ciudadano. Por
ello, el silencio por no estornudar en el momento preciso, es sinónimo de
complicidad y cobardía.
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