domingo, 10 de abril de 2022

Emerson López por tercera vez alucina convertirse en alcalde de Carabayllo

 

Emerson López por tercera vez alucina convertirse en alcalde de Carabayllo

Escribía Don Cesar Hildebrandt: “En el Perú la política, por lo general, se ha convertido en el premio consuelo de la estupidez. Si en todo te ha ido mal, si tu vida se parece a una maleta vacía y eres un personero del fracaso, siempre podrás ir a la Onpe, comprar tu kit, llenarlo con firmas de otros sonámbulos e inscribirte. Con lo que en tu hoja de vida resplandecerá el renglón de “ex candidato a la .......”, que es una profesión que no se estudia pero que rinde y suena”.

Pero ¿quién es este personaje que alucina convertirse en alcalde de Carabayllo? ¿Alguien lo conoce? ¿Ha tenido antes alguna figuración aparte de haber sido candidato a la alcaldía por los partidos Cambia Perú, después candidato por Patria Segura? 

Como subraya don Fernando Rospigliosi, "hoy día, la actividad política se ha convertido, para la mayoría de personas que incursionan en este campo, en un mero asunto de negocios.  Irrumpen o persisten en la política con el deliberado propósito de obtener un empleo, de conseguir ingresos que no alcanzarían en su actividad cotidiana o, crecientemente, de robar todo lo que pueden. Para estos sujetos, agrega el mencionado Rospigliosi, no existen adhesiones a ideas, programas o propuestas de gobierno, sino el más descarado oportunismo. Aparecen cada cuatro años y luego desaparecen.
En verdad, estos aspirantes a alcalde me asquean, porque tengo la seguridad que este distrito dominado por la mediocridad se debe mucho a sus talentos. Por culpa de oportunistas electoreros tenemos que improvisar a cualquiera en puestos de gran responsabilidad.
Escuchándolas da ganas de compadecerse del fugitivo ex alcalde Rafael Álvarez. Al final de cuentas son peores que él, infinitamente más hipócritas, definitivamente más codiciosos y probablemente con menos escrúpulos. 
Cuando los escucho hablar de principios, pienso que el distrito toco a fondo, en particular cuando estos tardíamente "SALVADORES" compiten en calaña con los que quieren moralizar aun cuando son caimanes del mismo pozo.  Lo único claro es que al denunciar los actos de corrupción no lo dicen con toda su letra pese que los actos delictivos son de conocimiento público, pero callan porque así lo dictan sus mezquinos intereses y su descarado oportunismo.
 Cualquier ciudadano que conozca de actos corruptos los denuncia, no es necesario para ello ser un calificado defensor de la honradez, un adalid de la lucha contra la corrupción. Es algo propia de la moral común de quienes vivimos en civilización. Pero no para estos aventureros que aparecen solo en elecciones para luego desaparecer conjuntamente con sus promesas.
Todos tenemos una moral, una ética, una disciplina. Los candidatos también tienen una moral, una ética. Pero en Carabayllo es el alma vivida del chiquero en que ha quedado convertido la municipalidad de Carabayllo y en donde cada vez que se le antoja se orinan los corruptos.
Las denuncias tardías, solo han servido para exhibir como los corruptos y cómplices conservan todo lo pernicioso de nuestra vieja política, expresión clara de la más repugnante castración del pensamiento. A la sumisión rastrera han sacrificado los más elementales atributos de la dignidad, de la calidad de ciudadano. Por ello, el silencio por no estornudar en el momento preciso, es sinónimo de complicidad y cobardía.

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