sábado, 1 de enero de 2022


Después de la locura de la celebración del año 2022 ¿Qué?

Como siempre ocurre, pasado la locura del año nuevo en la que todo es ilusión y los mejores deseos, retornamos a la realidad en medio de dificultades acumuladas producto no solo de una crisis sanitaria política económica a la que se agrega el incumplimiento de propuestas planteadas durante la campaña electoral.

En este marco y contexto no está demás señalar el comportamiento de un congreso que no es la continuación del congreso de Fujimori, es peor. Un congreso que ni siquiera tiene la capacidad de renovar sus mentiras propaladas durante la campaña electoral que evite el impacto del daño que vienen ocasionando.

Es increíble que el congreso en 5 meses no haya cumplió con su función legislativa por dedicar en todo ese tiempo a sabotear la gestión del presidente Castillo con el único objetivo de buscar su vacancia cuya consecuencia es haber terminado convirtiendo al Perú en un escenario sumamente difícil en el que inevitablemente tenemos que desplazarnos. Sin duda alguna, un escenario empedrado de dificultades.

Cabe la pregunta:  ¿Qué hacer para que esta situación cambie siquiera por instinto? ¿Continuar siendo un país con características de república bananera? ¿Continuar siendo un país donde cada vez hay más delincuentes que se disfrazan de políticos para robar a lo grande?

En los años setenta del pasado siglo, el doctor Pablo Macera pronunció una lacerante frase de inusitada franqueza. Sin ningún temor, el ilustre historiador peruano afirmó: El Perú es un burdel. Con esa oración provocadora, Macera tomó la posta de González Prada y reinició el debate acerca de la desorganización, ineptitud, incompetencia y corrupción que campean en la vida del país, componentes esenciales de su crisis estructural.

¿Podemos dudar acaso que la afirmación de Macera haya perdido validez? Lo terrible para el Perú es que las frases precedentes tienen hoy más aplicabilidad que ayer. El congreso actual es el mejor testimonio.

Por su contenido profundamente reflexivo adjuntamos crónica publicada por el Diario UNO

El Congreso trasto

 31 de diciembre de 2021 Por  Diario UNO

Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, trasto es una «cosa estropeada, vieja, inútil o que estorba». La mejor definición que podría aplicarse al Congreso de la República.

Hace unos días, su actual presidenta, María del Carmen Alva, intentó hacer un panegírico de la labor legislativa de esta segunda mitad del año, diciendo: «Se han aprobado 45 proyectos de ley en la agenda del Pleno, alrededor de 20 resoluciones legislativas y publicadas ya como leyes son 27». Si en cinco meses se han aprobado 27 leyes, esto es 5 leyes por mes, poco más de una ley por semana. Valiente efectividad congresal.

Peor aún, Alva dijo que no aprobaban más leyes, porque preferían «la calidad a la cantidad». Sin embargo, no ha podido mencionar un solo ejemplo de ley de calidad. En ese sentido, a modo de ayuda, estamos evaluando hacer un concurso público para que nuestros lectores identifiquen una ley de calidad entre las aprobadas, ofreciendo como estímulo un suculento premio.

Y, por supuesto, sigue sin nombrarse a los miembros del Tribunal Constitucional y al Defensor del Pueblo, para citar solo dos perlas legislativas

Tampoco ninguna comisión investigadora ha hecho nada para descubrir o penalizar algún hecho de corrupción importante del nuevo gobierno. Tarea fiscalizadora que, a despecho del mandato constitucional, no ejercen los congresistas sino las unidades de investigación de los medios de comunicación. Quizás, por ello, más le serviría al Congreso contratar a algunos de esos colegas que no han brindado solo uno sino varios destapes cada fin de semana en estos cinco meses.

Lo peor del caso es que este deplorable resultado legislativo no solo es culpa de la presidenta Alva, sino de todas las bancadas parlamentarias que han presentado proyectos intrascendentes ninguno de los cuales está vinculado a los problemas económicos, sociales, sanitarios, educativos o de seguridad de los ciudadanos, y que se han dado la mano para que la corrupción siga vivita y coleando en muchos ministerios y organismos públicos.

Tanto es así, que la encuestadora Ipsos, insospechable de animadversión al primer poder del Estado, en su estudio de opinión correspondiente a diciembre de este año registra una desaprobación ciudadana del 70% al Congreso. Pero, en la plazuela de la Inquisición esas son pamplinas, no se percibe problema alguno, no hay cambio importante que iniciar, ni estilos que renovar y sus habitués marchan felices a un diciembre de 2022 con una desaprobación mayor del trasto. 

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