Clausuran negocios en plena crisis de pandemia en Carabayllo
(II)
Pese a encontrarnos desplazándonos en un escenario de crisis sanitaria dentro de una crisis económica social, la municipalidad de Carabayllo ha iniciado una implacable contra los pequeños comerciantes a quienes les están clausurando sus negocios y a la vez aplicándoles elevadas multas que no se justifican
El hermano del alcalde de Carabayllo y candidato a la alcaldía
pregona sin rubor alguno, “lo bueno debe continuar” y miren lo que ocurre, un
tropel de llamado fiscalizadores en plena pandemia, le clausuran el negocio a un
pequeño comerciante, acción desde su génesis nula de pleno derecho por cuanto
la abusiva acción no ha cumplido con la notificación preventiva como lo señala
la respectiva norma municipal.
Además,
las notificaciones de clausura y elevada multa que aplica la municipalidad tienen
que estar de acuerdo con lo que preceptúa la Ley Orgánica de Municipalidades,
con la expedición de la ordenanza y el TUPA que establezca sanciones de naturaleza
estrictamente legales y que requieren de la ratificación del Consejo provincial
para su vigencia. Caso contrario deviene en ilegal
Lo
peor es que el alcalde de Carabayllo ha optado por la indiferencia, por el
hacerse de la vista gorda antes los actos violentos de una logia de fiscalizadores
que más parecen delincuentes que ingresan a los negocios sin tener en cuenta la
grave crisis sanitaria que enfrentamos y cuyas consecuencias son la quiebra de
centenares de negocios, la pérdida de sus trabajos de cientos de miles de
trabajadores y el incremento de la informalidad con las graves consecuencias
que significa.
Lo
graves es que detrás de todos estos operativos violentos se esconde un grueso
contrabando, el pretexto de hacer caja para cubrir la millonaria planilla de
funcionarios reciclados de otros distritos no precisamente por ser eficientes.
¿Y
los regidores dónde están? Que se recuerde, jamás hubo un tropel de regidores
como el que actualmente maneja los iris y venires de nuestra tristísima
actividad municipal, calculando tal vez que su presencia temporal en el
municipio debe ser un medio para enriquecerse ilícitamente sin mucho esfuerzo.
Los muy vivos saben sacar buen provecho de su privilegiada situación. Saben que
haciéndose los cojudos tienen carta libre. Por ello no vacilan en vulnerar la
ley.
En este marco y contexto el cuadro es siniestro por donde se le mire. Conserva
todo lo pernicioso del presunto chiquero en que esta quedado convertido la
municipalidad, expresión clara de la más repugnante castración del pensamiento.
La desfachatez, el oportunismo, la mediocridad, la ineptitud, la inutilidad han
terminado en valores. Esa parece ser la nueva moral. El silencio por convivencia y no estornudar en
el momento preciso, es sinónimo de complicidad y cobardía.
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