Ollas comunes: una
lección de solidaridad que candidatos de Carabayllo y Comas deben aprender
La moneda tiene dos caras y siempre una crisis trae consigo una oportunidad sin colores políticos y con mucho corazón: las ollas comunes para combatir el hambre en medio de la pandemia.
No cabe ninguna duda, las ollas comunes son hoy el reflejo de un país
más pobre de lo que imaginamos, pero al mismo tiempo las ollas comunes son
ejemplo de la lucha de un pueblo que unido, es capaz de organizarse por sí
solo en la adversidad de su propia historia.
Es evidente, que quienes buscan
convertirse en autoridades no lo entiendan o simplemente les importa un carajo.
Pues resulta increíble que en un escenario de crisis sanitaria dentro de una crisis económica, social y política existan personajes que derrochan cientos de miles de soles en promover sus
candidaturas: muros, paredes pintadas y sembrado
de costosas gigantografías ubicado estratégicamente en todo el distrito en particular en la falda de los
cerros cuyas viviendas están asentadas sobre pircas sin
los servicios elementales de agua y desagüe, con niños que se van a la
cama con el estómago vacío por que la pandemia dejo a sus padres sin trabajo.
¿Cuántos niños
se podrían alimentar con la millonada gastada en promover candidaturas a la
alcaldía?
Claro. Es cierto. Como los niños no votan, al
diablo con ellos, es el mensaje de candidatos para quienes es mucho mas importante invertir una millonada en campaña camino
a la alcaldía pese a tener su residencia en distritos residenciales..
Nos hubiera gustado que estos insensibles candidatos y sus hijos vivan tan solo una semana en la falda de los cerros de los AA HH para que comprueben en carne propia como los niños de las zonas marginales, no viven en el sentido exacto del término.
Sabrían estos insensibles candidatos que los niños pobres ven el día como un día de más sufrimiento en su penosa existencia, porque nacieron en la pobreza, porque la pobreza transcurre en ellos día a día y noche a noche, porque la pobreza los aplasta, los enferma, lo aniquila.
Mantener así a los niños pobres es un cargo de
conciencia, porque ellos son también hijos de este pedazo de tierra llamado
Carabayllo y Comas y quienes pretenden llegar a la alcaldía están obligados a
demostrar sensibilidad que significaría darle alegría, practicar en ellos la
justicia y la solidaridad.
Insensibilidad de quienes destinan gruesas sumas de dinero para banquetes y chupetas, en millonarias campañas de proselitismo político, etc, etc. Y para los niños pobres ni siquiera las migajas, pero si abundante demagogia.
En este marco y contexto, el niño pobre es la víctima inocente que cuando sea adolescente recordará que no tuvo una satisfacción, que no tuvo amparo, recordará la porquería que fueron sus autoridades, recordará que los dejaron que continúen en su papel de recicladores, de vendedores de caramelos a pesar de su solo 4 o 5 años de edad y 12 horas de jornada laboral. Con esos recuerdos, estos niños pobres con razón se alinearán bien en el pandillaje, delincuencia o drogadicción.
El niño pobre, no anidara en su corazón, ni en su mente, nada que la haga recordar una manifestación de amor, de protección, de amparo. El niño pobre y marginado crecerá indiferente, porque la sociedad, sus autoridades no les dieron amor, le dieron solamente egoísmo, apariencia y falsedad. Este niño crecerá vació de valores, crecerá resentido social..
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