martes, 27 de julio de 2021

BICENTENARIO DEL PERU NADA QUE CELEBRAR


Entonces ¿que celebramos? ¿El incumplimiento de las promesas electorales? ¿La continuidad del modelo Neoliberal?  ¿La renuncia de los gobiernos de turno a ejercer su soberanía? ¿200 años de saqueo de nuestras riquezas naturales?

  

 

Han transcurrido 200 años, no de prosperidad, sino 200 años de ininterrumpido saqueo de nuestros recursos a través de un modelo sustentado en el monopolio de la producción por los grupos de poder económico nacional e internacional, dejando para el Estado la educación y salud.

Un aniversario más en los que nos obligan a izar la bandera rojiblanca que no significa absolutamente nada y en la que no percibimos cambió alguno, pero si un descontento cada vez más creciente que más tarde que temprano terminara incendiando la pradera.

Es más que probable que pese a la crisis sanitaria y económica el presidente saliente nos diga en su mensaje que estamos bien, que las exportaciones han crecido, que las inversiones se han incrementado, que el crecimiento económico es excelente. 

Sin embargo, en 200 años no hemos visto mejoría alguna que valga reconocer. Que el crecimiento económico no se ha transformado en desarrollo económico. Que la bonanza minera en nada nos ha favorecido, Yanacocha es un caso concreto.

Lo que peruanos queremos y reclamamos es que los gobiernos de turno no continúen rematando el país en pedazos, que las grandes empresas transnacionales no se lleven todo.

Lo que peruanos queremos y reclamamos es que no todo sea desocupación, hambre, injusticia, mortandad infantil, delincuencia, prostitución y abandono de los pueblos del interior del país.

Lo que los peruanos queremos y reclamamos es alternativas al neoliberalismo y a la globalización verdaderos causantes de la pobreza e injusticia en nuestro país un mendigo sentado en un banco de oro.

Lo que los peruanos queremos y reclamamos  es el rechazo al neoliberalismo fracasado convencido que es posible el nuevo amanecer por los que lucharon y soñaron Túpac Amaru, Bolívar, Martí, El Che y tantos millones de latinoamericanos que han regado con su sangre ese camino de esperanza, ilusión y sueño.

No olvidemos las grandes jornadas de lucha contra la dictadura fujimontesinista, en donde particularmente las provincias del interior del país demostraron coraje, forjando sus propias organizaciones de masas y convencidos que sin lucha no hay victoria a través de los Frentes de Defensa, los Frentes Cívicos, de las Coordinadoras que impulsaron las luchas masivas, contra el tirano.

No olvidemos que ante el incumplimiento de las promesas electorales, ante la falta de claridad en el discurso presidencial, ante la continuidad del modelo, ante la corrupción evidente, el pueblo del Perú se ha visto cientos de veces obligado a retomar sus movilizaciones y luchas que no hacen sino expresar la continuidad en su decisión de seguir luchando por sus reivindicaciones más sentidas. Los bloqueos de carreteras, la toma de locales, el enfrentamiento con las fuerzas represivas, junto a otras formas de lucha, así lo confirman.

Finalmente, en este ejercicio de catarsis, no está demás señalar que ya no somos incautos, que ya no somos manumisos. Somos nobles y generosos, pero cuando nos pinchan, somos guerreros y asimismo, cuando debemos serlo, también somos violentos.

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